miércoles, marzo 30, 2005

España, Venezuela, Cuba...

Cuestiona Mariano Rajoy la política exterior española y se queja de que Zapatero haya vendido buques y aviones a Chávez o de que se obligue al Rey a recibir al ministro de Asuntos Exteriores de Cuba en su visita a España. Eso no ocurría cuando gobernaba el PP. Al Rey, simplemente se le impidió visitar Cuba. Y sobre Chávez prefiero no recordar los 59 segundos del ministro Moratinos en TVE, no vaya a descarrilar como él cuando mentó al golpismo venezolano.

Sí reseño que esos buques que España venderá a Venezuela engordan una cartera de pedidos que garantizan la continuidad de unos astilleros españoles que el gobierno popular dejó en quiebra técnica.

Esa venta de armas a Venezuela ha molestado, mucho y por igual, al PP y a Estados Unidos, que consideran a Cuba y Venezuela como un "emergente eje del mal". Máxime irritación de Washington porque el amigo colombiano ha bendecido esa incursión española en el mercado armamentístico internacional al argumentar su utilidad contra el terrorismo y el narcotráfico.

Zapatero, candoroso, asegura que esos barcos y aviones servirán para el transporte de personas y la seguridad de las costas venezolanas y que no pueden ofender a nadie porque benefician a los pueblos. ¿Tiene garantía de que el general ayer golpista y hoy populista en democracia no las utilizará para reprimir a sus opositores?

Estados Unidos es el principal país vendedor de armas en el mundo: tiene una cuota de mercado del 45,6 por ciento, seguido de Francia, Rusia y China. Los principales países compradores son Israel, Arabia Saudí, países africanos en conflicto doméstico, China y Taiwán.

De las cien empresas más grandes fabricadoras de armamento, la mitad se encuentran en Estados Unidos. España, de la mano de ZP, ha entrado en terreno vidrioso: ha vendido armas al nuevo "eje del mal" (para los norteamericanos, entiéndase) y se ha colado en su patrio trasero. Hasta ahora, la venta de armas era cosa de potencias "oficialmente autorizadas" o del mercado negro.

Este embrollo coincide, casualidades tiene la vida, con una feria mundial de armas -nada gore, presentación muy limpia del bien- en la que los "vendedores oficiales" incluso se quejaron ante jeques y mandatarios del mundo árabe de esa suerte de "top manta" que es el mercado negro. ¡Menuda hipocresía!

Los amigos rusos llevaron a la feria al ucraniano Kalasnikov, creador del subfusil guerrillero por antonomasia, quien entorchado con las medallas de sus méritos militares del pasado afirmaba que su fusil "fue diseñado para defender la paz y la amistad" entre los pueblos. También candoroso.

lunes, marzo 21, 2005

Recuerdo vivo de Lluís Espinal

Conocí a Lluís Espinal como animador de los cine club Secuencia y Mirador, siendo yo estudiante de preu, en los alrededores del 66. Es seguro que hoy no recordaría aquel adolescente lleno de dudas y frustraciones al que apasionaba el cine, pero ese joven sí quedó influido por su testimonio de vida, su lucha por la honestidad y su permanente rebelión contra los problemas más urgentes por resolver.

Ese recuerdo quedó grabado de por vida, a sangre y fuego, la noche de un 21 de marzo, hace ahora 25 años, cuando Lluís Espinal (jesuita, Sant Fruitós de Bages, 1933) fue torturado y asesinado por su compromiso con los más desfavorecidos. Lo mataron los iguales porque era distinto. Fue en Bolivia.

Era la noche del 21 de marzo de 1980 en La Paz. El jesuita catalán salía del cine. Unos desconocidos le hicieron entrar en un jeep, como recuerdan sus compañeros de la Fundació Lluís Espinal. Lucho fue torturado y asesinado.

Lluís Espinal llegó a Bolivia en 1968, cuando el país vivía una época de dictaduras, represión y violaciones de los derechos humanos. Era también el año de la asamblea de los obispos de América Latina celebrada en Medellín, el momento en que sectores de la Iglesia maduraban un proceso de proximidad a los pobres y a su lucha, que acabaría conformando la teología de la liberación.

Espinal, además de jesuita, era periodista y crítico de cine. En España como en Bolivia practicó la denuncia de las situaciones que consideraba injustas.

Desde Barcelona, en los años sesenta, trabajó para TVE realizando el programa "Cuestión urgente", pero la crítica social de sus historias topó con la censura. En 1967 le prohibieron un programa sobre las viviendas miserables de los barrios marginales de la ciudad y una entrevista con Alfonso Carlos Comín. Su manera de rechazar la censura fue dimitir. Su decisión fue un pequeño escándalo. Nadie dimitía entonces de nada, y menos del momio de la televisión española.

En La Paz no dudó en trabajar al servicio del pueblo boliviano, denunciando la dramática situación del momento, la represión militar y las consecuencias del narcotráfico. Su voz incomodó a los poderosos. Finalmente la acallaron, como también -justamente tres días después- la del obispo Óscar Romero en El Salvador.

Han pasado 25 años de su muerte y Bolivia sigue envuelta en convulsiones. Otro jesuita catalán, Josep Gramunt, explicaba recientemente en La Vanguardia" -en entrevista concedida al corresponsal Joaquim Ibarz- que el agricultor cocalero Evo Morales es hoy "un factor de atraso que multiplica la pobreza". ¡Qué cambios da el tiempo!

Explica Gramunt que Evo es un agitador que se adorna con el populismo, un representante del altermundismo que combate a las multinacionales y al imperialismo; se sorprende el entrevistado de que en el exterior tenga "una imagen fantástica, envidiable para un líder autodidacta".

Denuncia hoy Gramunt, como ayer Espinal con los milicos golpistas, que Morales, aunque posee enormes cualidades de liderazgo "tiene una empanada mental en la cabeza" y que su choque frontal con el presidente Carlos Mesa ("que no sabíamos que fuera líder", apostilla Gramunt) ha hecho que se le comenzara a perder el respeto. "Ahora, Evo Morales aglutina a la izquierda más radical. Hace unos meses, la clase media lo veía con simpatía. Su creciente dogmatismo le restó el apoyo de sectores moderados", concluye.

Es esclarecedor el diagnóstico que el jesuita y comunicador hace sobre la actual crisis boliviana: "Venezuela es el principal proveedor de crudo y gas en América Latina. No le conviene la competencia. Hace doble juego. ¿Para qué exalta y financia a Evo Morales? Para que se invaliden las inversiones que puedan competir con Venezuela. Evo es el eslabón que le faltaba al régimen chavista para encadenar a Bolivia a su revolución bolivariana, que es una combinación de populismo, socialismo, indigenismo y autoritarismo."

Reflexionar sobre la Bolivia de hoy, como en la de ayer, quedará vinculado para este periodista a la figura de Lluís Espinal, hombre de cine, curiosamente, como el actual presidente Carlos Mesa.

miércoles, marzo 16, 2005

Ciudadanos cautivos

Pese a la reciente afirmación de Rodríguez Zapatero de que con su llegada al poder España había pasado de las derechas a los derechos, son legión los ciudadanos de este país cautivos de las operadores de telefonía proveedoras de acceso a internet.

Ciudadanos que no sólo no pueden vencer las trabas que las empresas que dan acceso a Internet imponen cuando quieren darse de baja sino que pasan a engrosar la lista de morosos del Reino por unas decenas de euro. Ciudadanos cautivos de una práctica propia de tiempos de esclavitud y no de la era de la libre competencia.

Sorprende la no intervención y hasta el silencio de la Administración, aunque acaso el próximo presidente de la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (ese que sucederá a quien siendo español consideró que deplazarse de Madrid a Barcelona para trabajar era "una deportación") tenga algo que decir.

La Asociación de Usuarios de Internet (AUI) solicitó hace dos años que el Gobierno acabara con la cláusula que impone contratos mínimos de un año y estableciera una regulación por la que cualquier usuario de internet pudiera cambiar de proveedor de acceso a la red cuando lo requisiera. Ni 'flowers'.

Son legión las quejas no ya en los grupos de información abiertos en la red, o en las cartas de los lectores a los directores de los diarios españoles, sino las presentadas en oficinas de consumidores, estatales, autonómicas o municipales. Por ejemplo, en Barcelona.

La conexión a internet, las tarifas planas, las deficiencias en el acceso, la opacidad en los contratos, los problemas con los móviles de tarjeta y las dificultades para darse de baja de algún servicio de telefonía son los principales problemas que llevan de cabeza a los consumidores barceloneses según el informe de la Oficina Municipal d´Informació al Consumidor (OMIC) correspondiente al año 2004 (ver documento).

Concluye este informe que el 43% del total de reclamaciones recogidas corresponde a problemas con las telecomunicaciones. ¡Casi la mitad de las quejas! En total, la OMIC recibió durante el año pasado 13.639 reclamaciones, un cifra un 30% superior a la de 2003.

Aunque no lo parezca estamos en la era de las comunicaciones y en plena sociedad de la información, y la aplicación de la ley la marcan las Auna, Telefónica, Uni-2, Wanadoo y tantas y tantas compañías de las nuevas TI.

lunes, marzo 14, 2005

Votaron en contra

Cuando se cumple un año de la victoria del PSOE ante al PP el 14 de marzo de 2004, tres días después de la matanza de Madrid, ambos partidos siguen manteniendo inmutable la misma lectura. PSOE y PP no se han hartado de esgrimir una y otra vez el argumento de "la verdad" sobre los acontecimientos ocurridos el día 11 y muy en particular el sábado 13 y, finalmente, el domingo electoral, cuando ambos defienden verdades muy distintas y partidarias.

La verdad sólo la conocen esos millones de votantes que acudieron en masa a votar (récord de participación en unas legislativas) y que por mor de los acontecimientos vividos esos días de marzo lo hicieron de un modo muy particular: fueron a votar en contra del Partido Popular, no a favor de una formación política.

Es muy probable que buena parte de los votantes se movillizara precisamente por los hechos ocurridos entre el 11 y el 13 de marzo, por esas "verdades" esgrimidas tanto por el PP, entonces en el Gobierno, como por el PSOE, desde la oposición.

Pero la clave está ahí: votaron en contra, algo inédito en política. Sabíamos del voto prestado, del voto cautivo, del voto deslizante... pero no del voto en contra. Eso es lo que pasó el 14 de marzo de 2004 para que el PP fuera removido del poder.

Mientras para los partidos esa herida todavía supura, no lo duden, esos votantes que fueron a las urnas con una idea muy clara ni se plantean más disquisiciones sobre el particular: hicieron lo que en ese momento creían que debían hacer. Si la política transcurriera por los derroteros de la normalidad no lo volverían a hacer. Fue un voto de excepción, para una situación de excepción, que alcanzó su máximo clímax la tarde-noche del sábado, cuando comenzaron a "pasar" su inquietud por mensaje, móvil a móvil: apenas faltaban unas horas para decirle basta al que más mandaba.

jueves, marzo 10, 2005

Sosiego

El debate parlamentario celebrado en Barcelona a raíz de la moción de censura presentada por el diputado popular Josep Piqué contra el presidente de la Generalitat ha terminado insuflando una buena dosis de sosiego a la política catalana, muy acelerada a raiz del desliz parlamentario de Pasqual Maragall.

Las excusas públicas presentadas a todos los ciudadanos por Maragall, que ha emplazado a los partidos catalanes a recuperar la confianza entre sus responsables y lograrla entre los políticos y la ciudadanía, ha permitido al líder de CiU, Artur Mas, retirar la querella presentada en los juzgados.

El esfuerzo de Mas y Maragall por tender nuevos puentes de entendimiento y confianza ha sido determinante para el cambio de clima, sin duda debido a la iniciativa parlamentaria del Partido Popular de Catalunya.

La garantía de Maragall de transparencia y de que habrá Estatut, vino acompañada por el compromiso, no menor, por parte de Piqué de trabajar para que la reforma de la carta de convivencia de Catalunya salga adelante.

La revindicación efectuada por Carod-Rovira del derecho del Govern a gobernar sin obstáculos permanentes acompañada de la exigencia de que se respete al presidente de la Generalitat, "el de hoy y también el de ayer", también contribuyó a insuflar en la cámara esa distensión que sigue a los gestos conciliadores, que demandó de todos los responsables públicos.

Aunque Maragall no aceptó responderle a Piqué qué quiso decir cuando habló del 3 por ciento, dejó claro que espera con el máximo respeto las investigaciones abiertas, sea la parlamentaria, sea la judicial, y que no amparará sistemas que toleren prácticas corruptas en política.

Era el de hoy un debate político puro: se cuestionaba a un presidente de gobierno por su forma de gobernar. Bargalló, su conseller en cap, precisó que no se tolerarán "silencios ni chantajes" y que se combatirá la corrupción. Saurá explicó la política realizada por el Tripartito, poniendo énfasis en aquella acción de gobierno realizada y que tanto ha molestado a quienes les corresponde estar en la oposición tras perder el poder.

Dijo Más que desea para Catalunya una política cívica, como la que CiU practicó en la época del llamado "oasis" catalán, y no insídica, que desde Convergència siempre se ha atribuido a la manera de hacer política de los socialistas. Fue el único que apeló a la recuperación de ese oasis catalán perdido. Todos los demás parlamentarios alabaron su final.

También Piqué, aunque cierto es que era el único de los políticos que tomaban la palabra que nunca participó de ese oasis, que siempre consideró al PP como un partido "extramuros" de la vida catalana.

Piqué pierde la moción de censura, como estaba previsto, pero ha logrado situarse en la política catalana con mensaje propio, diciendo desde la sensatez y sinceridad, sin las estridencias con las que nos castigaba el PP cuando gobernaba, cosas que los mortales han pensado alguna vez, y ha conseguido ser el artífice de un debate transparente que ha despertado gestos conciliadores de todos los políticos desde posiciones contrarias.

Parece como si el aire insuflado a la política catalana en al debate hubiera abierto los aliviaderos del "souflé" en el que había entrado en apenas dos semanas. La palabra sensata ha podido con los excesos verbales. Porque escuchar a Mas decirle a Maragall que ya no puede liderar el Estatut porque no le reconocen autoridad, o a Piqué espetarle que es un mal presidente que ya no quieren ni en su partido, o que Iceta le recordara a Piqué que el PP no apoyó la comisión de investigación por el caso Torras-KIO, no fue más que expresión de la contundencia con que los partidos delimitan sus espacios para desarbolar al adversario.

Los puentes de diálogo, tras dos semanas de crisis, quedan tendidos. Ahora hace falta circular por ellos.

sábado, marzo 05, 2005

Maragall no se achica

En un mismo día el presidente de la Generalitat ha sido denunciado ante los tribunales por injurias y calumnias, querella presentada por CiU, y ha sido objeto de una moción de censura en el parlamento por parte del PPC, dos partidos de la oposición parlamentaria catalana. Nunca en la política catalana habían caído tantos chuzos de punta sobre la cabeza de la institución.

Maragall, el querellado, queda así a la altura de su antecesor, Jordi Pujol, que también fue objeto de una querella al inicio de su mandato. En su caso, promovida por el ministerio fiscal por la "extra atípica" actividad financiera de Banca Catalana, regida por Pujol en su afán de "hacer país" empeñado, siendo una entidad privada de crédito, en gestionar sus activos como si de un banco central se tratara: hacer país dando duros a cuatro pesetas más el intangible político y/o social de la inversión...

El resultado fue nítido: la querella fracasó, pese a la acerada instrucción de los fiscales Mena y Villarejo, Banca Catalana quebró y fue a parar al Banco Vizcaya tras su paso por la UVI del Fondo de Garantía de Depósitos, y Pujol sobrevivió.

Fue una querella política, promovida y alentada por algunos sectores del PSOE -destacaron al alimón Alfonso Guerra y Miguel Boyer- y fue entendida como un ataque político a Catalunya por parte de Pujol y sus huestes. Se perdió Banca Catalana, pero Pujol salió fortalecido. No pudieron con él.

Ahora el caso es distinto, pero la querella sigue siendo política porque la interpone el principal partido de la oposición y lo hace por una ligerísima afirmación del president Maragall, efectuada en el Parlament en tanto que presidente de Catalunya.

Es un claro ejemplo de judicialización de la política. Artur Mas, que no perdió las elecciones autonómicas catalanas pero fue incapaz de consensuar una coalición que le permitiera gobernar, ha vivido todo un año obsesionado con Maragall por haberle arrebatado la Presidencia de la Generalitat.

La irresponsabilidad de un presidente de Gobierno al denunciar al primer partido de la oposición atribuyéndole el cobro de un tres por ciento de la obra pública para financiarse, sin poderlo demostrar, ha traído las consecuencias que ya conocemos: convulsión política en el país, ha dado el finiquito con la práctica de una política florentina de formal respeto entre todos, ha roto los puentes de confianza entre líderes. Marcadas heridas como si se hubieran sido trazadas por un arado.

CiU ha exigido la rectificación de Maragall, las disculpas públicas y la petición de perdón para no presentar la querella, que incluye en su texto que si se produjera sería retirada de inmediato de los tribunales. Pero Maragall no se ha amilanado. Ha denunciado que no admite que el presidente de la Generalitat pueda actuar o expresarse amenazado por una querella, y ha aguantado el embite lejos de achicarse. Ha plantado cara a CiU, dispuesto a todo.

Como los ciudadanos quieren saber qué es eso del tres por ciento, y las erosiones entre los líderes no tienen marcha atrás, tenemos combate hasta las últimas consecuencias y al final veremos quién aguanta más, si Mas o Maragall.

miércoles, marzo 02, 2005

Los intocables del Carmel

Mientras la política catalana vive en la convulsión del tres por ciento y a golpe de declaración institucional tras declaración institucional (Pujol, Benach) o el presidente de la Generalitat nos desconcierta con la extraña lección culinaria de insuflar vaselina al souflé o admitiendo que no midió sus palabras, la Administración sigue trabajando para paliar el desastre del Carmel, lenta pero sin pausa.

Viene a cuenta esta consideración para advertir de un hecho relevante: aunque el reciente pleno dedicado al Carmel pasara al centro del debate por una frase pronunciada en apenas diez segundos, que enmascaró lo más importante -el problema del Carmel-, no es admisible escuchar de políticos y vecinos que la clase política ha relegado a un segundo plano el problema de los afectados por los hundimientos del Carmel. Eso se llama oportunismo tanto si lo dicen los políticos, cuanto peor si lo dicen los vecinos que asistieron al debate.

Es cierto que diez segundos y un dígito bastaron para velar las tres horas de intervención por la mañana del conseller Nadal, plenamente dedicadas al problema del Carmel, más las intervenciones de la tarde de todos los grupos parlamentarios. El diario de sesiones del Parlament tiene recogidas en letra de molde todas y cada unas de las exposiciones.

También lo es que a los vecinos afectados por el hundimiento les ha tocado la peor parte. Algunos lo han perdido todo. Pero no es menos cierto que la Administración, tanto por el derrumbe como por la gestión informativa del suceso, ha tenido que escuchar de todo (¡faltaria más!) y que a técnicos y contratistas les han caído chuzos de punta. Todos han salido tocados.

Acaso por la desgracia que se les vino encima sin culpa, los únicos intocables han sido los vecinos, que ya tienen suficiente desdicha. Pero los vecinos tampoco deben ser intocables. No todos son afectados directos ni indirectos del hundimiento. No es admisible que, conocedores de la realidad que han sufrido y lo que han recibido -aunque perentoriamente haya sido muy en precario-, se permitan mantener a voz en grito que son los olvidados del Carmel, o que la Administración les quiere engañar. Es una falsedad que solo les perjudica.

Nadie les ha olvidado, ni la clase política, ni la ciudadanía. Tan esto es así que ya va siendo hora de que los ciudadanos exijan de la Administración el máximo rigor y control de las ayudas que puedan destinar a los damnificados: que se verifique y valide todas y cada una de las reclamaciones; que ni un céntimo pueda ir a parar a personas o empresas que no puedan acreditar su condición de afectados.

En el barrio saben, porque son viejos luchadores, que el coste de la crisis se financia con los impuestos de todos los ciudadanos, sean del Carmel, de Gerri de la Sal o de las Alpujarras. No sería aceptable que los aprovechados, que los hay en todos los pagos, se beneficien de las circunstancias de una administración debilitada por la crisis y obtengan de la repartidora algo que en justicia pueda pertenecer a otros.

Que no nos encontremos dentro de un tiempo que la prisa por solucionar un problema bajo presión política haya facilitado -por ejemplo- que empresas o comercios que operaban en la economía sumergida saquen oportuna tajada de la administración para sanear cuentas. Hay muchos profesionales de la trampa en todas partes y no debería donarse ni un euro a quien no acredite la legalidad de su situación, sea doméstica o industrial.

Que la crisis implique que las obras del metro verán incrementado su coste final habrá que aceptarlo en aras de la mayor seguridad y de la propia revisión de los proyectos (no sólo el del metro), pero sería inaceptable que en el reparto de la ayuda se llevara el gato al agua quien más llora o quien por arte de birlibirloque haya sido capaz de pasar por lo que no es.

Los más interesados en esa transparencia deben ser todos los vecinos del Carmel, no sólo los afectados, porque el dinero con el que la Administración tratará de paliar daños materiales y hasta anímicos o psicológicos salen de los presupuestos de la Generalitat o del Estado, es decir, es dinero de todos los ciudadanos que a la Administración cumple gestionar.

Por esta razón, como políticos, informadores, geólogos o contratistas, tampoco los vecinos del Carmel son intocables.