martes, octubre 12, 2004

Conciliación fallida

El ministro español de Defensa ha querido ser original y alterar el guión tradicional de la gran parada militar del día de la Hispanidad, llamado de 'la Raza' en tiempos de Franco y hoy Fiesta Nacional de España. José Bono ha diseñado para el acto en memoria de los caídos la participación activa de españoles que en algún momento han sido víctimas de la guerra o de la confrontación entre personas.

Han acudido a la Castellana de Madrid víctimas del terrorismo, familiares de los fallecidos en el accidente del Yak-42, soldados veteranos republicanos que lucharon en la segunda guerra mundial contra el fascismo y españoles que participaron en la Divisón Azul en guerra con el comunismo soviético de los cuarenta.

Pero la originalidad de aunar en un acto a quienes hace sesenta años se enfrentaron en el campo de batalla y hoy se sienten plenamente reconciliados le ha salido mal. Las críticas recibidas por diversos partidos y sobre todo por generadores de opinión pública, le han atribuido una cierta ingenuidad política y el grave pecado de homologar a quienes juraron lealtad a Hitler con quienes lucharon a muerte contra el fascismo en Europa.

Si de la opinión publicada dependiera, sería prueba palpable de que el intento de expresar la reconciliación nacional le ha fallado al ministro Bono. Pero una cierta intuición me dice que la población no lo ha percibido sí. Me gustará saber qué dicen las encuestas al respecto.

Porque entre estos soldados veteranos de España que se enfrentaron en bandos diferentes hace 60 años, hoy supuestamente irreconciliables, encontramos nombres comprometidos con la democracia como el general Quintana Lacacci, asesinado por ETA y el hombre que paró en Madrid el golpe del 23.F; o el general Sáez de Santamaría; o el cinesta Luis García Berlanga, que militara en el PCE, por citar algunos. Todos ellos lucharon en su día y por sus circunstancias en la División Azul.

La reconcilización nacional en España se alcanzó con la Constitución democrática y día a día consolida un peldaño más que aleja los fantasmas del pasado. Cuando Monarquía y República se dan tímidamente la mano, el gesto, la idea, la originalidad del ministro levanta acta de que algo ha fallado en la puesta en escena de un acto de concordia nacional, cuando se entiende que quienes se enfrentaron un día no pueden conciliar su presente ni tienen derecho a darse hoy la mano en un acto en recuerdo de todos cuantos perdieron la vida por culpa de una guerra.

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