Resulta particularmente difícil escribir sobre un compañero de trabajo cuando nos deja porque traspasa la vida, pero la presencia viva de Manel Capell, fallecido el pasado domingo, obliga a recordarle por justicia a su dedicación en los inicios de La Vanguardia Digital y respeto a aquellos lectores que siguieron sus columnas de divulgación tecnológica.
Recuerdo de Manel su inquietud, vivacidad y creatividad, sus ansias de progresar, de correr mundo, de no parar. Siempre te sorprendía con alguna novedad, una programación o por su capacidad de resolver técnicamente lo que a ojos de un común no apuntaba salida fácil. Pero por encima de todo, su vocación por explicar y hacer entender a las personas qué era eso de las tecnologías de la información.
Editor de su propio semanario electrónico (TiMagazine) y apóstol de la red, trabajó con nosotros prácticamente en los inicios de Internet como técnico de nuestro sitio web. Ingeniero de telecomunicaciones por la escuela universitaria de Mataró, mantuvo en La Vanguardia Digital un espacio de divulgación tecnológica desde febrero de 1999 a febrero de 2000.
Le gustaba escribir, le fascinaba contar el por qué de las cosas. En esta sección explicó a los lectores por qué un servidor podía denegar el servicio a los usuarios, qué era o iba a ser eso del WAP o una RDSI, para qué queríamos un fax, el HTML dinámico, el webmail, y era capaz de sintetizar las claves para un buen servicio telemático o cómo hacer una copia de seguridad. Eran tiempos en que, en materia de internet, estábamos en los inicios de todo y cada año se inventaban soluciones nuevas. Todos éramos analfabetos virtuales.
Disfrutaba con su trabajo, y se divirtió ayudando a crear poco a poco la programación de la página web y sus aplicaciones, los espacios de chat, los concursos multimedia en los que participaban los lectores o los juegos de la liga digital. Como ha recordado una de sus compañeras de trabajo, Evelyn, "sabía que era viernes porque se ponía a cantar boleros", o en palabras de otro colega, Juli, "porque siempre estaba contento".
Su paso por la "digi" fue breve pero tan intenso que dejó en cuantos le conocimos una huella imperecedera. Porque su inquietud por las personas y las cosas de la vida le convirtió en persona querida. Descanse en paz.
Creo Txema que es un acierto y un regalo la oportunidad que nos das de poder volver a traves de éste blog los trabajos de Manel Capell, he encontrado unos versos de Santiago Montobbio que parecen escritos para la ocasión y para la persona.
ResponderEliminar"No es bueno apretar el alma, por ver si sale tinta.
El papel sigue siendo el asesino -el asesino de ti-
y quizá es mejor que la sombra y que sus dagas
por antiguas voces descalzas vayan. Por antiguas voces,
muy lejos del número y sus cárceles, entre nieblas
olvidadas. Pero también pienso que con todo esto
tal vez puedas hacer algún día un cuadernillo;
que con todo esto -rojos, nieblas y niños
que se dicen adiós por las esquinas- quizá sí puedas
reunir unos ilegibles pedazos de diario
para con paciencia zurcirlos, tarde adentro,
hasta que torpemente formen un libro hecho de frío.
Y quizá sobre sus grises tapas de lluvia
puedas tú poner también mi nombre antiguo
y, justo debajo, las sabidas fechas
de mi nacimiento y muerte. Y entonces
mi nombre pequeño allí, mi nombre -pobre-
que no sé ya si da pena o si da risa
así grabado en unas tapas
ante las que puedas abrazar las evaporadas siluetas
de unos tristes fantasmas sentimentales que no soy
pero que los viejos papeles tercamente dicen que sí fui".
Bartolomé C.
Me han emocionado los versos de Montobbio, gracias.
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