Un efecto colateral de las elecciones vascas en la política española ha sido que el PP haya percibido que el PSOE le gana las elecciones. Ya no las pierden por causas extrañas, sino propias. Esa es la lectura que tiene la presión de Rajoy sobre Fraga para que disolviera y convocara elecciones en Galicia: el objetivo, frenar el bote del efecto ZP.
Zapatero ha venido ganando desde el 14-M todas las convocatorias de los españoles ante las urnas. Claro que por desgastarle se mantendrá el discurso de que el 14-M ganó las elecciones Al Qaeda, o las vascas las ganó ETA.
La pócima del desgaste a ZP permite enmascarar el propio descenso y el PP apuesta por Galicia para que suponga un cambio de tendencia y se ganen las primeras elecciones desde las generales del 2004; algo así expresó con claridad Fraga cuando dijo que en Galicia se inicia "la reconquista", en minúscula claro.
Además, el desgaste no deja de erosionar al ejecutivo en su acción de gobierno; pero al menos ahora parece que el PP no se refugia en el autoengaño de que factores extraños les apartaron de la gracia electoral: se lo están mirando. Es un paso adelante.
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