sábado, enero 01, 2005

Nochevieja rota

Las dos tragedias ocurridas con el final de año, el maremoto en el Índico y el incendio de una discoteca en Buenos Aires, han roto una Nochevieja que cierra un 2004 que quedará para el recuerdo como horrible año de las desgracias.

Un terremoto global que ha sacudido de manera universal la conciencia humana. El hombre debería entender que no es dueño de la Tierra ni puede seguir con un sistema de explotación de los recursos que subestime la necesaria sostenibilidad del sistema.

Para unos, la globalización camino en un sentido: producir más barato donde sea para enriquecerse más. Para otros, la globalización ha caminado por el sendero de la reacción solidaria ante las catástrofes que, como se ha visto en el Índico, también son globales.

La Tierra, cuando se rebela, siempre supera al hombre y le arruina.
Quizá la lección para quienes dirigen la Humanidad debería ser que si no entienden, comprenden y respetan el planeta donde vivimos los humanos acabarán arruinándonos la vida.

No es ajena a esa ambición desaforada del hombre lo ocurrido en Buenos Aires, como antaño en Alcalá 20. 175 personas muertas por una simple bengala de un descerebrado no debe enmascarar el origen de una tragedia atribuida a un emprendedor ambicioso al que le debían importarle poco la seguridad y más las copas abonadas por tres mil personas en un aforo previsto para 1.500.

Una mortaldad que casi iguala -con una simple bengala- la ocurrida en Madrid el 11 de marzo -el mayor atentado terrorista internacional realizado en Europa-, otro aldabonazo que en 2004 machacó la conciencia de las personas.

Un año en el que la guerra se ha enseñoreado del mundo, día a día más inseguro, incluso en Iraq en donde ha habido más muertes y heridos que en 2003, cuando la guerra era oficial y declarada.

Un año en el que el hambre y la pobreza, sobre todo en África, no han dejado de aumentar.

El Papa ha abierto el 2005 afirmando que "la paz es una misión en la tierra". Paz entre los hombres que guerrean desde que el mundo es mundo por sus platos de lentejas. Citando al apóstol Pablo ha dicho: "No te dejes vencer por el mal, sino derrótalo con el bien".

El 2004 se cierra con un balance carente de respeto por el hombre y por la madre tierra. Quizá esa Nochevieja de alegría rota por el maremoto en el Índico y el incendio de Buenos Aires augure un 2005 en el que los humanos reaccionen y exijan sensatez a sus dirigentes para que erradiquen el mal que engendran.

Siempre en las más trágicas y peores circunstancias se destaca que la reacción individual de las personas supera la institucional de los gobiernos que rigen las sociedades. ¿Por qué es o debe ser así? ¿Hasta cuándo?

El pulso entre la Tierra y el Hombre no debería continuar y las elites deberían escuchar el degarro de la Naturaleza y el grito de los humanos que quieren sobrevivir. A la luz de las catástrofes resulta ridícula la pretensión de moldear un mundo a nuestra medida.

Ese podría ser el mejor deseo para el 2005. Que algo cambie en el mundo para que todo cambie y la humildad desplace a la soberbia de los poderosos.

1 comentario:

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